En el camino de la vida, nos hacemos de amigos, algunos perduran por toda la vida, y otros, aunque quisieramos son solo por un instante. Estos últimos, aunque haya sido corta su estadía en nuestro camino, no dejan de colaborar en nuestro crecimiento como personas. Los otros, los que nos han acompañado desde niños o que se nos han unido más tarde en la vida pero que sabemos que nos acompañaran hasta el final ( o por lo menos eso esperamos) son los más importantes, ya que son los verdaderos. Lo feo es cuando creemos que alguno es de verdad y luego nos damos cuenta que no.
Este año en algún momento sentí que mi círculo de amistades era realmente pequeño, que necesitaba expandirme ( y no está mal el querer tener más amistades), pero si estaba mal yo al pensar que tenía pocas. La razón de mi pensar es porque en los últimos años un par de amistades se han alejado y las demás no se encuentran en el país; y fue aquí cuando recapacité y me di cuenta que aunque hoy no están aquí conmigo, son las verdaderas amistades y que gracias a la tecnología nos mantenemos en contacto. Algunas regresan pronto, otras se quedan en su lugar de origen o su nuevo hogar, pero a todos los tengo presente y extraño, pero de algo estoy segura que cuando nos volvemos a ver será como si no hubiera pasado ni un solo día de separación.
Así que mando un gran beso a Guatemala, Xalapa, Florencia, Chicago (aunque anden paseando por Chile y Perú), Quito, España, Guanajuato, Seattle, Miami, New York, Puebla, Nicaragua, Monterrey, Atlanta, Mérida, etc. (el etc. por si se me olvida alguno).
